Cuando experimento la majestuosidad de la naturaleza mezclándose con lo extraño y lo sobrecogedor, empieza a resonar en mi soledad, el eco de mis inquietudes, a veces de mis sueños, y más a menudo de mis contiendas.
En esos momentos mi sencilla y aficionada cámara es una herramienta válida para transmitir esas impresiones, capturar la lírica inherente y esencial del horizonte, para retirarme y meditar nuestros paisajes, para calmar el desasosiego en la distancia.
La mayoría de las veces retrato a la naturaleza en series libres como Cuzco, aunque también utilizo puntualmente la fotografía para acompañar versos y formar parte de proyectos foto-poéticos como el poemario Las estrellas también.
En él, el papel de la fotografía no es simplemente fijar y reproducir la descripción exacta de lo observado sino aportar una tercera dimensión a las palabras. La naturaleza posee esa magia evocadora e inspiradora necesaria para ello.